viernes, 6 de febrero de 2009

Culto a la imagen

Hay quien sostiene que la belleza es lo que resulta agradable a los sentidos y que por lo tanto causa placer. Sin embargo, no todo lo que causa placer es bonito.

A su vez, el canon a partir del cual se rige lo que es bello de lo que no, es una variable que cambia según el momento histórico y sobre todo, según la cultura en la que se esté inmerso.

La humanidad ha estado desde siempre rendida a los pies de la apariencia física. Desde el antiguo Egipto se conocen algunos detalles de la importancia del cuidado del cuerpo y de la estética,aunque las primeras referencias sobre las medidas de la belleza datan de la Grecia presocrática

La escuela Pitagórica indicó una fuerte conexión entre la matemática y la belleza y advirtió que los objetos que poseen simetría son más perfectos y llamativos. Lo armónico, lo proporcionado era considerado bello. A su vez, los griegos no toleraban ni la grasa ni los senos grandes. Que ellas, además, poseyeran un cuello fino y esbelto y piel blanca era necesario para conseguir la perfección.

Durante el Imperio Romano, los hombres y las mujeres se maquillaban, se peinaban y se depilaban. El romano ideal debía ser alto, con boca pequeña, piernas largas, una amplia frente, una nariz fuerte y perfil perfecto.

En la Edad Media, la belleza dependía de la intervención de Dios. Lo bello, lo bueno, era una creación divina y lo feo, algo malo. El maquillaje se consideraba pecaminoso porque desfiguraba lo que Dios había creado.

La mujer medieval debía tener piel blanca, cabello rubio y largo, rostro ovalado, ojos, nariz y seños pequeños, labios pequeños, torso delgado, caderas estrechas. Los hombres, debían ser altos y delgados y fuertes, esbeltos con pecho y hombros anchos para aguantar el peso de la armadura y piernas largas y rectas.

El concepto de belleza volvió a ser el de la antigüedad clásica a partir del Renacimiento, valores que se habían perdido en la Edad Media. El ideal de mujer consistía en tener un cuerpo muy curvado, ojos grandes y claros, hombros estrechos, cintura, cadera y estómago redondeados, manos delgadas y pequeñas. pies delgados y proporcionados, dedos largos y finos, cuello largo y delgado, senos pequeños, la frente alta y despejada, y la piel blanca.

De igual modo el concepto de belleza varía según las culturas.
En algunos pueblos de Birmania la belleza se mide por la cantidad de aros que una mujer logre colocarse en el cuello (Mujeres jirafa). Algunos pueden llegar a los 25 cm.Las etíopes deforman sus labios con discos de arcilla.

En otras tribus se estiran las orejas o permiten que les venden los pies desde pequeñas porque los pequeños eran juzgados como más lindos.

La mujer tuareg es valorada según la mayor cantidad de michelines que consiga acumular en el vientre.

A las adolescentes de Papua, Guinea, les estiran los pechos para dejarlos caídos; así tendrán más posibilidades de casarse.

En la literatura clásica muchos poetas extrañaban los hoyos de las piernas de su amante. La celulitis, que en esa época resultaba excitante, hoy es la mayor pesadilla entre las mujeres.

En su libro Historia de la belleza, Umberto Eco, asegura que a lo largo de épocas, y de muy distinta manera en cada una, la belleza es un propósito persistente.

Por ejemplo, las mujeres ricas de antes debían ser gordas para demostrar que no tenían por qué trabajar y que comían en abundancia. Hoy, la obesidad se considera una epidemia que provoca miles de muertes debido a enfermedades derivadas del exceso de peso.

Lo que hoy tiene éxito y vende es un cuerpo delgado y ágil. Y si bien la industria de la belleza impone parámetros difundidos en los medios de comunicación imposibles de cumplir, desde siempre la mujer estuvo sujeta a arquetipos irreales, quizás, algunos más que otros.

Durante el siglo XVIII, marcado por la Revolución Industrial, en Francia se utilizaba el corsé y el miriñaque. Estas estructuras incómodas y pesadas de aros de acero y telas, daban volumen en las caderas y los glúteos de la mujer, así como la ilusión de una cintura de avispa.Sin embargo, el uso de esos accesorios causaba malformaciones en los órganos femeninos.Todo este tipo de costumbres, la de las culturas ajenas a la nuestra y las de antaño que nos da la impresión de ser tortuosas, no están lejos de lo que se vive en la actualidad.
El uso excesivo de tacones altos, hacer dietas extremas, sufrir transtornos alimenticios, vivir en el gimnasio, someterse a cirujías estéticas y querer ser joven por siempre, son algunos de los rasgos que identifican nuestra era.

Sin duda, el ideal de belleza es reflejo del modo de vida de una sociedad, muy particular en cada cultura y en cada momento histórico.








1 comentario:

carmen dijo...

no se si te llegan mis comentarios!!!!
pero ahora mismo te pongo en favoritos!
un beso